Comoras y Mayotte, paraíso tropical

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Las islas Comoras fueron en la época de las grandes navegaciones una escala tradicional para los barcos que doblaban el cabo de Buena Esperanza. La construcción del Canal de Suez hizo que cayeran en el olvido y hoy reciben muy pocos visitantes anuales, a pesar de su cercanía a Seychelles y Mauricio, en el océano Índico. Es un destino perfecto para desconectar y desaparecer, de rica cultura suajili y mayoría de población musulmana, descendiente de una estirpe de comerciantes árabes, sultanes persas, esclavos africanos y piratas portugueses. Comoras consiguió la independencia de Francia en 1975, mientras la cercana isla Mayotte, todavía territorio francés de ultramar, se diferencia políticamente del resto. Comoras no es un destino para todos los públicos: aquí todo marcha a un ritmo lento y las instalaciones turísticas no son precisamente lujosas.

Sus tres islas ofrecen tres opciones diferentes. Gran Comoras, capital, es un lugar intemporal que evoca Las mil y una noches. Las señoras vestidas con chales de colores conversan junto a viejos portales en sus angostas calles mientras grupos de hombres con túnicas blancas juegan al dominó. Al atardecer, el puerto de Moroni es una de las estampas más bellas del Índico. Mohéli, la más pequeña, agreste e interesante, está intacta y escasamente poblada, y ofrece fabulosas playas de aguas turquesas. La tercera opción es visitar Anjouan, llamada la perla de las Comoras, sin duda la isla más pintoresca del archipiélago, donde emular al mismísimo Robinson Crusoe: es la que más se ajusta a la típica imagen de una isla tropical y remota.

 

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